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Una visión global, actualizada y crítica del papel del azúcar en nuestra alimentación

Carmen Gómez Candela y Samara Palma Milla

Unidad de Nutrición Clínica y Dietética. Hospital Universitario La Paz. IdiPAZ. Universidad Autónoma de Madrid.

 

Una alimentación saludable debe cubrir las necesidades nutricionales individuales, y a su vez, incorporar valores culturales y gastronómicos y permitir disfrutar de la misma. Sin embargo, numerosos estudios demuestran que los desajustes alimentarios son la principal causa del desarrollo precoz de la mayor parte de las enfermedades crónicas o degenerativas como obesidad, diabetes, síndrome metabólico que, en definitiva, determinan un incremento de la morbi-mortalidad cardiovascular.

El equilibrio, la ponderación y la variedad siguen siendo los ejes fundamentales de una alimentación saludable.

 

Importancia del consumo de sacarosa en diferentes momentos del día, en el ejercicio físico y en diferentes periodos del ciclo vital

Los azucares son importantes para el adecuado funcionamiento del organismo y particularmente para el cerebro, ya que las neuronas, para mantener su integridad y funcionalidad, precisan de un suministro constante de glucosa desde el torrente sanguíneo (140 g/día). La sacarosa, cuando es incluida de forma equilibrada en la dieta, tiene importantes propiedades, ya que favorece el aporte rápido de glucosa al cerebro y al músculo, siendo un glúcido imprescindible para el desarrollo de las funciones cognitivas y de la actividad física. El consumo de una comida o una bebida con sacarosa se asocia con una mejora de la agilidad mental, la memoria, el tiempo de reacción, la atención y la capacidad para resolver problemas matemáticos, así como con una reducción de la sensación de cansancio, tanto en individuos jóvenes y ancianos sanos, como en enfermos de Alzheimer.

Las bebidas para deportistas que contienen azúcar, minerales y agua, evitan la deshidratación, la depleción de las reservas de glucógeno y retrasan la aparición del cansancio y la fatiga, ya que el azúcar supone, en primer lugar, un aporte directo de glucosa al músculo y esto alarga el tiempo de ejercicio. Existe evidencia de que una dieta alta en carbohidratos y la ingesta de los mismos antes y durante el ejercicio es beneficiosa debido al aumento de las concentraciones hepáticas de glucógeno y el mantenimiento de las concentraciones de glucosa en sangre.

La idea de que la sacarosa puede producir adicción de forma semejante a la que ocasionan las drogas de "abuso" y que, por tanto, debiera estar incluida entre las sustancias adictivas, es una opinión con escasos fundamentos científicos. Las evidencias experimentales disponibles no apoyan la hipótesis de que el azúcar y otros alimentos con alta palatabilidad produzcan adicción. Es importante matizar que la sacarosa forma parte de los alimentos que producen placer pero no dependencia.

 

Consumo de sacarosa y enfermedades

En los países desarrollados, la caries ha dejado de ser un problema debido a la generalización de una higiene bucal adecuada, la exposición al flúor y las visitas periódicas al odontólogo. Conviene consumir los alimentos dulces junto a las comidas principales (comidas, meriendas...) y después proceder al cepillado de dientes.

En relación a las recomendaciones nutricionales basadas en la evidencia para el tratamiento y prevención de la diabetes, la cantidad total de hidratos de carbono consumida es más importante que el tipo de estos. Hoy en día los diabéticos pueden consumir sacarosa (azúcar) y alimentos que la contienen siempre que sean ingeridos dentro del contexto de una dieta saludable y haya un control médico adecuado. El consumo de azúcar no induce la aparición de diabetes, en cambio, el desarrollo de obesidad, una alimentación desequilibrada y la falta de ejercicio físico tienen mucho que ver con esta patología.

Aunque existe una clara relación entre la ingesta de grasas y la ganancia de peso, el papel de los carbohidratos y, más concretamente, el de la sacarosa en el desarrollo de obesidad es más controvertido. Gran parte de esta controversia se atribuye a la creciente demanda de bebidas azucaradas y al posible incremento calórico en la dieta asociado a su consumo.

 

Las recomendaciones por parte de organismos internacionales como la FAO/OMS aconsejan un consumo de hidratos de carbono simples (azúcares) inferior a un 10% del valor calórico de la dieta, reconociendo que dicha cifra es "controvertida". Si bien conviene que se diseñen estrategias de salud pública de cara a reducir el consumo excesivo de bebidas azucaradas, como parte de un estilo de vida saludable y el mejor consejo nutricional para la población general podría ser llevar una dieta variada y equilibrada con alimentos y nutrientes procedentes de diversas fuentes, combinando dicha dieta con el ejercicio y la actividad física.

 

 

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